- Altos niveles de ansiedad.
- Reglas excesivamente rígidas para la ingestión de alimentos.
- Problemas sensoriales con la comida (olores, texturas, etc.)
- Dificultades para detectar el hambre.
El investigador Walter Kaye, de la Universidad de California en San Diego, tiene una hipótesis muy interesante: las personas vulnerables a la anorexia presentan un exceso de serotonina, que les produce ansiedad; la sensación de hambre aliviaría este estado, ya que el hambre disminuye los niveles de serotonina.
La manera de abordar el tratamiento en las personas que presentan autismo y anorexia debe ser totalmente diferente al tratamiento que normalmente se dispensa a las personas con anorexia. De hecho, el no contar con la existencia del TEA puede resultar potencialmente peligroso, aumentando el miedo y la frustración de la persona.
La manera de abordar el tratamiento en las personas que presentan autismo y anorexia debe ser totalmente diferente al tratamiento que normalmente se dispensa a las personas con anorexia. De hecho, el no contar con la existencia del TEA puede resultar potencialmente peligroso, aumentando el miedo y la frustración de la persona.
Fuentes: