Los días 20 y 21 de noviembre tuvo lugar en Madrid el VIII Congreso Internacional de la Fundación Síndrome de West “Puesta al día en epilepsia y autismo”, y la primera ponencia corrió a cargo de del doctor Jorge Vidaurre, neurólogo pediatra, director del programa de Neurofisiología Pediátrica y director del laboratorio de EEG en el National Children’s Hospital de la Universidad de Ohio. Entre otras cargos, es el actual presidente del comité internacional de la Sociedad de Neurología Pediátrica de Estados Unidos (CNS).
En esta ponencia, el doctor Vidaurre expuso que, efectivamente, existe un aumento en el número de casos TEA, pero los motivos para este aumento se desconocen.
El diagnóstico del TEA se basa en observaciones clínicas, una evaluación directa de los síntomas y evaluación indirecta a través de padres, profesores y cuidadores. La principal herramienta de trabajo para los profesionales es la guía DSM-5. Esta versión presenta algunas diferencias respecto a la versión anterior, DSM-IV, en cuanto a los criterios diagnósticos para el TEA:
l No especifica edad de inicio.
l No contempla una regresión en cuanto al patrón de inicio de síntomas.
l Requiere cumplir con todos los déficits sociales listados, y no con un cierto número, además de con dos síntomas relacionados con conductas repetitivas (en vez de con uno).
l El DSM-IV excede al DSM-V en el número de casos diagnosticados, por lo que podrían estarse dejando de diagnosticar los casos más leves.
El DSM-V, sin embargo, presenta algunos aspectos positivos:
l Es más descriptivo.
l Incluye comorbilidades.
l Aparece el Trastorno pragmático de la comunicación, en el cual no aparecen intereses restringidos.
En cuanto a las primeras señales de autismo, existen algunas tales como:
l 2 meses: ausencia de la sonrisa social.
l 4-8 meses: no hay respuesta a su nombre.
l 10 meses: no responde cuando se le señala un objeto.
l 12 meses: no señala para pedir o compartir.
En niños preescolares:
l Falta de interés en otras personas.
l Retraso o ausencia de lenguaje.
l Dificultad ante el cambio.
l Berrinches o extrema pasividad.
l Movimientos estereotipados.
En cuanto al diagnóstico en niñas, entraña cierta dificultad, ya que se está viendo que pueden “disfrazar” los síntomas autistas, lo que retrasa mucho su diagnóstico.
En la siguiente diapositiva, puede verse los problemas en cuanto la diagnóstico temprano. Puede verse que los niños diagnosticados a los 12 meses suelen mantener este diagnóstico tanto a los 24 como a los 36 meses, por lo que el diagnóstico debe realizarse lo más temprano posible. Existen instrumentos que pueden emplearse en la consulta del pediatra ante las primeras sospechas, tales como el M-CHAT-R/F, que es muy sensible así como sencillo de realizar. Sirve para evaluar a niños entre 16 y 30 meses. Consta de dos partes: una para el clínico y otra para padres. Se tardan menos de 5 minutos en contestar las 20 preguntas de que se compone para padres, por lo que puede completarse en la misma sala de espera. Los niños con una puntuación alta en M-CHAT tiene muchas posibilidades de ser diagnosticados más tarde como TEA.
Otras escalas e instrumentos de evaluación más específicos empleados son:
l The Autism Diagnostic Observation Schedule - Second Edition (ADOS-2).
l The Autism Diagnostic Interview- Revised (ADI-R).
l The Childhood Autism Rating Scale - Second Edition (CARS-2).
Existen además otros instrumentos que se utilizan para evaluaciones complementarias, tales como:
l The Bayley Scales of Infant and Toddler Development -Third Edition (Escala Bayley). Mide cognición, lenguaje y habilidades motoras en niños hasta 3 años y 6 meses.
l Escala Wechsler. Sirve para obtener el coeficiente intelectual en niños a diferentes edades y en adultos.
l Vineland Adaptive Behavior Rating Scale - Third Edition. Mide el funcionamiento adaptativo.