Buscando una tema para preparar un trabajo para la universidad, me encuentro con un tuit de
Research Autism en el que se difunde un enlace sobre una investigación muy interesante llevada a cabo por un grupo perteneciente a la Universidad de Canterbury, que trata sobre cómo gestionan las mujeres TEA sus relaciones sociales. Como ya he comentado en una entrada anterior (
http://vivanlosnenes.blogspot.com.es/2016/02/el-efecto-camuflaje-en-mujeres-con.html) parece que existen muchas chicas TEA que no son diagnosticadas, o en otros casos, son mal diagnosticadas. Existe una teoría desarrollada por Simon Baron-Cohen en el año 2002, que podríamos traducirla por algo así como del Cerebro Extremo Masculino (EMB), donde explica que los chicos son mejores en tareas sistematizadas gobernadas por reglas, mientras que las mujeres tendrían una sensibilidad emocional y una empatía mayores. Por lo tanto, los chicos tendrían más probabilidades de ser diagnosticados de TEA porque estarían más predispuestos a tener rasgos autistas. No obstante, a este autor se le critica el hecho de no tener en cuenta la influencia de factores no biológicos (Fine, 2008). Otras fuentes explican que la falta de diagnóstico en mujeres se debería a que el modelo de diagnóstico está enfocado hacia las características masculinas, por lo que las mujeres "escapan al radar".
Hay estudios que muestran que los niños de ambos géneros sufren exclusión social, pero se manifiesta de manera diferente. De hecho, las chicas utilizan patrones aprendidos de comunicación social para enmascarar su dificultades, es decir, que las mujeres serían más conscientes de sus dificultades, siendo capaces de "esconderlas".
Los autores de este estudio utilizaron adolescentes de entre 13 y 19 años del Reino Unido con diagnóstico de TEA. En algunos casos, los chicas presentan otros trastornos o desórdenes afectivos comórbidos. En total, los investigadores consiguieron reclutar a 10 chicas. Encontraron que las adolescentes tenían dificultades en la relaciones de amistad de igual a igual porque no entendían las reglas encubiertas que rigen este tipo de relaciones y, por tanto, no podían acatarlas; así que, cuando rompían estas reglas implícitas, las chicas eran rechazadas y catalogadas como "diferentes". Los obstáculos para entablar amistad hacían que las chicas sintieran incomodidad y malestar. Todas las participantes habían desarrollado métodos para que esta dificultad no fuera detectada por los demás. Sin embargo, el uso de estas estrategias tenía percusiones negativas en el bienestar psicológico de las participantes; de hecho, solían acudir a los servicios de diagnóstico debido a otras psicopatologías. Por otro lado, la soledad, que es una de las características del perfil del espectro autista, según este estudio sería una consecuencia de la falta de habilidades sociales, aunque los medios sociales son muy difíciles de tolerar para estas chicas, debido a su hipersensibilidad sensorial y al rechazo de los compañeros. Esto lleva a las adolescentes a tener que soportar muchos cambios de localización en el instituto hasta encontrar un entorno cómodo.
No obstante, en este estudio podemos apreciar que se han utilizado chicas diagnosticadas con TEA que son de alto funcionamiento, es decir, capaces de detectar sus carencias sociales y de implantar métodos para corregirlas, por lo que no podría extrapolarse a adolescentes con perfiles más bajos de funcionamiento. Este estudio tampoco ha utilizado un grupo de comparación masculino equivalente.
Tierney, S., Burns, J., & Kilbey, E. (2016). Looking behind the mask: Social coping strategies of girls on the autistic spectrum. Research In Autism Spectrum Disorders, 23, 73-83. http://dx.doi.org/10.1016/j.rasd.2015.11.013